top of page

PAROS, LA ANHELADA HECATOMBE

Por Cristina de la Torre



Experto en resolver las crisis a su favor, a Uribe podría favorecerle la agitación social que su gobierno presenta como instrumento del terrorismo, para atornillarse en el poder. Una protesta popular manejada con rudeza y artificiosamente asociada a las Farc se complicaría hasta configurar la anhelada hecatombe en sus planes de reelección. Embolatados como parecen los mecanismos de referendo para repetir en 2010 y reforma política para hacerlo también en 2014, no resulta descabellada la hipótesis de un Plan C, cada día más franca en los mentideros políticos: convocar, al amparo de la conmoción interior, una constituyente de bolsillo que resuelva en forma expedita el trámite legal del articulito.

Ya saltan a la vista las dificultades de trámite del referendo en el Congreso y las de los otros siete debates que requiere la aprobación inicial de la reelección para el 2014. Son dos legislaturas, preñadas de conflictos, chantajes, oportunismos y deslizamientos de parlamentarios cuya única divisa es mantener la curul a toda costa. Así lo anuncia la primera insubordinación de la bancada uribista contra la reforma de la justicia, que el gobierno debió enterrar. Ni qué decir tiene la gallada de convertir la popularidad del Presidente, difusa por definición, en 7 millones 200 mil votos, umbral necesario del referendo.

La conmoción interior no sólo servirá para criminalizar el movimiento social y laboral, a la manera del Ministro Arias, para quien bloquear una carretera es un acto terrorista; o como la insólita protesta del Ministro Palacio, el del cohecho, porque tras los paros él adivina la intención de “oponerse al gobierno”. La caverna, negación ramplona de toda democracia. Honrando nuestra particular tradición de avasallar también a jueces y legisladores, el gobierno guardará formas de la democracia, para que no se diga que en Colombia manda un chafarote. Pero ahora se suman tres ingredientes nuevos. Primero, el Presidente anuncia que “aprovechará” el estado de emergencia para proponer cambios en el poder judicial que se conviertan en norma permanente, por encima del Congreso. Vaya uno a saber (y aquí lo nuevo) si ellos persiguen todavía salvar de los tribunales a parapolíticos, a funcionarios acusados del cohecho que lo reeligió la primera vez y a miembros de las fuerzas militares acusados de crímenes de Estado.

Segundo, la conmoción interior no hará sino acelerar el proceso de absorción de la Justicia y del Congreso por la Casa de Nariño. A pesar de la denuncia de Vivanco, vocero de HRW, en el sentido de que el gobierno de Uribe obstaculiza las investigaciones de la justicia contra la mafia paramilitar y sus cómplices en el Congreso. Tercero, si damos crédito al presentimiento de quienes andan en la pomada política, la conmoción interior será el trampolín de la reelección en 2010, en 2014, y sabe Dios hasta cuándo.

Si el segundo mandato de Uribe atestigua el desastre que la reelección ha causado en las instituciones republicanas, las que le sigan darán al traste con la democracia. Y no se crea que Uribe flaqueará porque empiece a sentir el calor del sol a sus espaldas. O porque se le rebote el pueblo. Antes bien, en sicologías como la suya, tocadas de divinidad, podría dar sin pestañear el salto olímpico de la presidencia imperial a la dictadura electiva.

ARCHIVOS

bottom of page