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ABORTO: ¿ENTRE DIOS Y LUCIFER?

Cristina de la Torre



Sorpresa. A la cruzada revitalizada del procurador contra el aborto le salió al paso inesperadamente Lucifer. No ya la pecadora bíblica, víbora en carne de mujer perseguida hasta la muerte por devotos que prevalecen a golpes de crucifijo. Es que ahora se revela el mismísimo demonio en figura de ministerio. Del ministerio de Justicia, que propone no sólo respetar el aborto terapéutico sino extenderlo a todos los casos, pues la prohibición induce el aborto clandestino, insalubre, causa de muerte en miles de nuestras mujeres cada año. En bumerán se trocó la falsa retractación del procurador, que se le impuso por violar la Constitución para sabotear este derecho: Ordóñez mintió sobre la píldora del día después, sobre “promoción del aborto” por la Corte y sobre la objeción de conciencia. Pero eludió, astuto, la orden y anunció que redoblaría su campaña contra el derecho al aborto en los casos prescritos por la Corte.


Cuesta arriba le quedará desde hoy, cuando el Consejo de Política Criminal abre debate sobre la iniciativa del ministerio enderezada a la despenalización amplia del aborto, más allá del terapéutico, consagrado ya. La restricción del aborto –argumenta la ministra Ruth Stella Correa- aumenta los casos de riesgo. Se trata de evitar el aborto clandestino y de asegurar los derechos de la mujer. 400.412 procedimientos se practican en Colombia cada año, la mayoría ilegales y de alto riesgo. Y concluye: en vez de perseguir a las mujeres que abortan, hay que masificar las campañas de prevención y educación sexual, servicios gratuitos de salud y asesoría en planificación.


Si, no todo va en despenalizar el aborto, medida dolorosa que la mujer adopta como solución extrema a un embarazo no deseado o peligroso. Mucho depende de la prevención del embarazo, sobre todo del adolescente, que es tragedia; porque afianza el círculo de la pobreza, frustra la educación, las oportunidades y la movilidad social de la joven. El sacerdote Carlos Novoa reafirma que a aquél contribuyen también la violencia intrafamiliar y la precaria o nula educación sexual. En acontecimiento notable, cientos de jovencitas presentan esta semana al Gobierno sus propuestas para prevenir el embarazo adolescente. Con apoyo de Naciones Unidas y del Gobierno nacional, del evento se esperan remedios a un drama que afecta a una de cada cinco niñas entre los 15 y 19 años de edad. Está visto que el riesgo disminuye con educación – en particular sobre vida sexual y reproductiva-, con servicios de salud universales y amables, con un abanico desplegado de formación y oportunidades de vida. Más vale prevenir que reprimir.


Si el ex jefe conservador José Darío Salazar declaró patético que la propuesta del ministerio es “el crimen más cobarde de todos”, para el jurista Eduardo Cifuentes la despenalización amplia del aborto es “absolutamente necesaria, (una) opción de libertad y de respeto por los derechos reproductivos de la mujer”. Y Sonia Gómez escribe en El Tiempo: abortar no riñe con la vida, es afirmar que la vida de la mujer está por encima de cualquier funcionario o credo religioso.


La iniciativa promete una revolución de sentido común en esta pobre Colombia estrangulada por exaltados que la devuelven periódicamente a la Colonia, al gobierno de la mitra, mientras el Estado de Derecho es pan comido en el mundo. Como el debate no atañe a la moral religiosa sino a los derechos civiles, no podrá dirimirse entre Dios y Lucifer, sino entre Estado laico y teocracia. Así nuestros rosaditos querubines del Congreso, monaguillos del procurador, se presten para horadar la ciudadanía de la mujer y para quemarla en la pira medieval. Por bruja.

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