Candidatos en Bogotá: ¿toreando la ética?
En este mar bravío de corrupción no basta con decirse persona honrada. Todo candidato, llámese Peñalosa, López o Pardo, es figura pública llamada a rendir cuenta de sus actos u omisiones, a disculparse por ellos –si cabe– y a dar garantías de no repetición. Pero, además, debe sacudirse las malas compañías y exigirle a su propio partido explicación sobre apoyos a corruptos y delincuentes que trocaron la política en un fangal repulsivo para el 81% de los colombianos. Mensaje taxativo de Carlos Vicente de Roux a los candidatos en Bogotá, aquejados de mutismo en materia tan resbalosa. (Salvo la alusión al “fangal”, de cosecha propia). Si bien aclara él que no se trata de cobrarle a alguien los delitos o desaguisados de sus copartidarios, invita a recordar el “dime con quién andas y te dirá quién eres”.
¿Nada dice Peñalosa del partido que lo avala, Cambio Radical, colinchado con lo más degradado del liberalismo en provincia, jefes paramilitares comprendidos? ¿Nada, sobre sus relaciones con el exgobernador Cruz, preso por lucrarse del cartel de la contratación en Bogotá; o con su esposa, promotora de sobornos enderezados a frustrar la acción de la justicia, y Secretaria General del entonces alcalde Peñalosa? Por su parte, Clara López declara que el monumental desfalco a la capital es “pecado mortal” que no podrá repetirse. Pero no reconoce su responsabilidad política en los hechos, habiendo sido ella Secretaria de Gobierno del alcalde atracador y Presidenta del partido en cuyo nombre gobernaba aquel. La opinión espera también pronunciamiento de Rafael Pardo sobre veleidades de su partido, el Liberal, con candidatos sindicados de narcotráfico, o respaldados por políticos entroncados con La Gata. Caso de Dumek Turbay, candidato a la gobernación de Bolívar por el liberalismo y a quien apoyan parlamentarias de aquella cuerda. Y que se aleje de políticos de la U, partido que alberga el mayor número de concejales y exconcejales condenados o investigados por el carrusel de la contratación en la ciudad.
Si, va Peñalosa con partido aliado de La Gata, de Kiko Gómez, de políticos subjudice por paramilitarismo. De Roux le pide, por contera, explicar sus relaciones con los mayores contratistas de infraestructura, transporte y recolección de basuras, con quienes deberá renegociar y licitar contratos si vuelve a la Alcaldía. Entre otros, con su amigo Herman Arias, vocero de los operadores de Transmilenio.
Y va Clara con su silencio a cuestas. Silencio mortal el suyo y el de la plana mayor del Polo, en las primeras de cambio del carrusel de Samuel. Y después, expuesto ya el entramado del desastre, mortal la defensa airada del ladrón. Para concluir con una sanción agónica, a las puertas mismas de la cárcel que Moreno habita hoy. Esta resistencia de Clara a reconocer el error y ofrecer disculpas a la sociedad compromete su triunfo el 25 de octubre, y privaría a Bogotá de su mejor burgomaestre posible. Por más que prometa ahora control severo de la corrupción, mediante una veeduría distrital fortalecida, con capacidad de prevenir y sancionar, “en manos independientes y del más amplio reconocimiento ciudadano”. Para Martha Senn, esas explicaciones públicas y garantías, no sólo de Clara sino también de Pardo y Peñalosa, son asunto de honor.
Coda1. En mi columna de septiembre 29 titulada “¿Uribe muerde la derrota?” aludí a los hijos del expresidente sin que tuvieran ellos relación con el tema tratado. Aclaro espontáneamente que no me movió la intención de lesionar su dignidad.
Coda 2. La justicia debe encontrar y sancionar a los autores intelectuales y materiales del atentado contra el columnista Pascual Gaviria.
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